Ningún cruce más paradigmático entre música y letras
que el “In memorian Ch. P.”, la dedicatoria con la que Julio Cortázar abre su relato El perseguidor.
Editado originalmente en el libro Las armas secretas,
este homenaje al inmenso Charlie Parker daba cuenta del gusto de Cortazar
por el jazz y confirmaba su inmersión en el género que fue la verdadera banda de sonido
de Rayuela.
Lo dice el Parker de Cortázar en una frase memorable: “esta canción ya la
toqué mañana”.
Y el mañana podrían ser Los Brujos, banda que fue parte de lo que se
llamó el “rock sónico” de principios de los ’90: ellos, Babasónicos, Menos que
cero, Martes Menta, Juana La Loca, Peligrosos Gorriones y algunos más. La
mayoría, producidos o apadrinados por el Clan Soda Stéreo: Melero, Cerati,
Bossio. Algunas bandas sobrevivieron, algunas mutaron, otras se desintegraron.
Ese es el caso de Los Brujos, que se sostuvieron apenas tres discos, y regresaron a las pistas hace poco más de un año. El álbum Fin de semana salvaje -donde está el que fuera su súper hit,
Kanishka- abre con Canción del cronopio:
Un cronopio ha
caído
en las fauces
del diablo
el diablo
estaba sorprendido
porque el
cronopio quiso persuadirlo
con dinero,
con esmero,
con sus ruegos
y sin juegos.
"Por
favor señor Diablo,
usted sabe de
lo que hablo".
"Señor
Diablo,
los cronopios
no somos malos".
La canción, acá:
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