Daniel Melingo le escribió dos tangos a dos asesinos
inolvidables, hombres gustosos de la sangre caliente. Uno, parte de la leyenda,
llevado a la fama por un libro; el otro real, aunque de identidad desconocida.
Ambas canciones están en el disco Ufa, de Melingo.
El primero de los protagonistas es Drácula. La canción
se llama El Tango del vampiro, y está inspirado, obviamente, en el personaje de
la famosa novela de Bram Stoker. Melingo trabaja la letra con una finísima
ironía, que tiene su cumbre cuando recita: “pero carajo, pero carajo, quién
trajo el ajo, quién trajo el ajo”.
El otro es Jack the ripper, asesino de prostitutas del
west-end londinense. Un tipo al que le cargaron siete cadáveres, aunque es
posible que fueran algunos más; que pudo haber sido médico, carnicero o parte
de la nobleza; que se burló soberanamente de Scotland Yard, y sobre el cual se
escribieron muchos libros. El estribillo dice:
Soy fino,
pulcro, bien ordenado
visto de
oscuro y salgo los martes
sólo Picasso
me ha interpretado
yo a las
mujeres las quiero en partes.
Antes de dedicarse a los tangos bajos -arrabaleros,
cocainómanos, de dos minutos como el punk y cantados con garganta con arena-,
Melingo estuvo en Los Abuelos de la Nada, Los Twist y Lions in love. Pocos
músicos argentinos han podido desplazarse de un género a otro como lo ha hecho
Melingo sin derrapar.
Claro que derrapó en otras historias. Pero eso no le
interesa a nuestros oídos.
Una de las canciones en este link:
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