Puede sonar gastado pero El Flaco es un ejemplo. En todo sentido. Es famoso desde la época de Almendra, hace más de cuarenta años y jamás tuvo un comportamiento ridículo, una declaración pelotuda o un gesto megalómano. Y con respecto a la música es un faro. Es el ejemplo más acabado de un artista persiguiendo incansablemente a su musa sin importar absolutamente nada, de hacer toda la vida lo que le dictó su instinto y ser fiel a uno mismo. Con diferentes niveles de acierto, eso no importa ahora, sí importa el hecho de que cuando Don Quijote se pelea con los molinos de viento no importa tanto el resultado. Al igual que varios creadores inigualables, como Captain Beefheart, Rimbaud o Da Vinci, es inventor de un género que no tiene continuadores. Sí están los que toman algún que otro elemento de su música o de su poesía pero tratar de imitarlo es meterse en problemas, directamente.
¡No se lo pierdan!
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